3.7.15

Pagina de un diario viejo - Parte III

7.10 de la mañana. Aula 313 del subsuelo de FADU. Somos tres personas nada mas, la profesora acostumbra a llegar media hora mas tarde de lo que debería.
Como siempre no hice la tarea para hoy, y como siempre, no me preocupa ni me angustia.
La verdad todavía no entiendo cual es la razón por la cual me chupa tanto un huevo esta clase.
Mi compañera no llego todavía. Ella ya capto los horarios de la profesora, no como yo.
Salgo de aca a las 9 y ya estoy en casa de vuelta. Me parece que estos dias es mas lo que estoy en el colectivo que lo que estoy en clase.
Esta bueno igual, llegar a casa para la hora del desayuno, es raro, pero esta bueno.
Hoy vos no tenes clases, tus miércoles son tu día libre. Te envidio.
Mañana capaz nos veamos, en ese pasillo que divide la 211 de la 213 de Proyectual.
Digo capaz porque nunca lo se, porque venimos estando separados por ese simple pasillo desde que empezó el cuatrimestre y todavía no pude cruzarte ni cuando "voy al baño" por un rato en hora de clase. Ya van a ser dos semanas sin verte, no se vos pero... para mi eso es MUCHO.
No importa igual, si no te veo mañana, te veo pasado, mucha diferencia no hay.
Ya son las 7.18, la mina todavía no aparece. Mi compañera tampoco.
Ahora es cuando empiezo a necesitar algo que me alimente, o que me saque un poco el hambre.
Lo bueno de que la profesora llegue tan tarde es que estamos menos tiempo encerrados en este aula carente de ventanas.
Y estiro las piernas, porque me senté en el asiento del bondi que esta justo arriba de la rueda, no hay peor asiento que ese.
Ayer no fue un día fácil, pero comí sushi y aprobé dibujo, así que calculo que algo es algo.
Eran las 7.30 de la tarde y le estaba mandando mensajes a mi psicóloga. Le lloraba testamentos y ella con dos palabras podía resolver cada palabra de angustia vomitada.
La admiro.
No hablamos en todo el día. Eso ya me ponía mal. No era normal en nosotros y mi cabeza no pudo evitar pensar, como siempre, que era el fin de todo. Que ya no me aguantabas mas, que te parezco la persona mas aburrida que piso el planeta tierra y que no querías saber nada mas conmigo.
Solo tuve que hablarte yo para darme cuenta de que, como siempre, estaba equivocada. 
7.25 de la mañana y obvio que la profesora sigue sin aparecer. Pero ya no somos tres, somos siete personas, en un aula de 60.
Y lo mas gracioso es que ni bien entra, en el segundo que pisa el aula, ya esta dando clases. Verborragica. Y en este aula tan grande no se le entiende nada. Las palabras salen volando por las frias paredes que rodean este aula y nunca vuelven a bajar.
7.30 llegó. 

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