Esta es la historia de una chica que cada vez que pedía un deseo, deseaba ser feliz
Un día no pudo más, se hartó de cometer el mismo error una y otra vez.
Tocó fondo.
Ella solo quería amarse. No quería que la amaran, no quería encontrar el amor de su vida, en lo mas profundo de su corazón sabía que lo único que quería era poder quererse a si misma como nadie la habría podido amar en el mundo.
No fue una cosa sencilla, pero por algo se empieza. En su caso el proceso comenzó el día en el que se encontró sentada frente a la computadora un jueves a las 3.20 de la mañana, llorando, sola y abrazada a su muñeco de peluche preferido, por una persona que probablemente ni siquiera estaba pensando en ella.
Las lagrimas bañaban su cara hasta el extremo del lóbulo de su oreja derecha.
Cada vez que lloraba de esa forma recordaba el día en el que el amor de su vida le dijo que no podía estar en una relación con ella. Ese día se le vino el mundo abajo al leer ese mensaje de whatsapp que le cambiaría la vida para siempre. Ella lo amaba. Él a ella no.
Y luego de aquella crisis en la que se sumergió su vida continuó. Ni para bien, ni para mal, simplemente camino para adelante sin mirar atrás.
Pero algo le pasaba. Algo estaba sucediendo que sin importar lo que hiciera volvía a caer en ese triste y profundo dolor que exhalaba su corazón.
Ya no sabía que hacer, no sabia como mejorar, porque ni siquiera sabia que era lo que en realidad le sucedía. Así que se puso a escribir, tal vez asi sus penas calmarían. Tal vez, al escribirse a si misma se daría cuenta en su inconsciente de que era lo que realmente estaba sucediendo.
Tenía todo lo que quería, pero se seguía sintiendo vacía.
Sus inseguridades la estaban llevando a un punto extremo del cual capaz nunca saldría, y el cual la llevaría a cometer errores que jamas se perdonaría.
Mientras tanto lloraba una ultima lagrima de la noche. Ya era la costumbre. Y esperaba despertarse con un mensaje que le alegrara el día.
El tiempo paso y las cosas fueron mejorando. Pero de repente se vio atrapada en un callejón sin salida, pensando todos los días en por qué camino retomar su vida, y en qué pasaría si se quedaba sin el pan y sin la torta.
Y eso pasó, se quedo sola, nuevamente. Confió de mas como hacía siempre y volvió a caer en la soledad de una noche a otra.
¿Cuanto tiempo mas debería soportar estas caídas?
¿Cuantas veces mas iba a tener que levantarse?
Pero sin embargo tenía un buen presentimiento.
La vida por primera vez le sonreía.
Y se leyó, después de meses leyó todo eso que había escrito sobre si misma. Todos los llantos, todas las penas, toda la angustian acumulada en su corazón.
Y se vio exactamente en ese mismo lugar otra vez.
En ese lugar de no saber que hacer, y de no se quien soy, y sobre todo en el lugar en el que siempre estuvo de amar y no ser amada.
Y sintió pena por ella misma.
Y creo yo, que sentir eso por uno mismo, debe ser una de las sensaciones mas feas en el mundo.
¿Que hacer?
Y antes que eso ¿Hasta cuando?
Había conocido a un chico, que aparentaba ser diferente a todos, pero que ella sabia que era exactamente como todos los pibes que ya se la habían chamuyado. Porque justamente... todos siempre aparentaron ser diferentes al resto.
Pero el chamuyo de este chico ya pasaba los limites de la realidad al punto de tener que creérsela porque le parecían imposibles.
"Te quiero" le decía a las dos semanas de haber salido. Y en consecuencia a todo lo que alguna vez vivió ella solo podía pensar que eso no significaba otra cosa mas que "Te quiero en mi cama".
Se encontraba en el dilema de saber como terminarían las cosas pero a su vez estar disfrutándolo tanto al punto de no querer dejarlo.
Y lloró.
Lloró porque sabia que era todo en vano, lloró porque supo en ese instante que seguiría con el hasta el fin. Lloró porque se dio cuenta que seguiría aun sabiendo que el a ella no la estaba pensando, ni extrañando, ni menos que menos llorando.
Lloró porque lo extrañaba, mientras que el a ella a veces ya no la soportaba.
Pero seguía ciega, porque hasta que no lo viera no lo iba a creer.
Y porque en el fondo a veces ella prefería estar mal acompañada.
Y ese era el mas grande problema.
Era un domingo, ya casi lunes, y en pocas palabras todo había vuelto a salir mal.
Ya había llorado lo suficiente como para poder pensar con claridad.
Y entonces se dio cuenta que lo único que debía hacer era parar.
Parar de darle amor a otros, y comenzar a darse amor a ella misma.
Y una vez que lo hubiera logrado, entonces si...
Empezar de cero